“El arte de hablar en público con elocuencia, con la finalidad de persuadir o conmover al auditorio” es la definición de la palabra oratoria. Una palabra ya conocida y discutida por los filósofos que vieron en ella la herramienta perfecta para convencer mediante la credibilidad y exactitud de la palabra a sus públicos. El maestro Cicerón fue el adalid de esta ciencia de la palabra donde saber expresarse con precisión y con claridad de ideas era la máxima a la que debían llegar todos los administradores públicos.
Mucho ha llovido desde entonces, pero la importancia de la oratoria en la vida pública no sólo se ha consolidado como una facultad esencial en los políticos, sino que se ha extendido a la vida diaria y se hace necesaria para el desempeño de las funciones de los empresarios, sindicatos, profesores, y todas aquellas personas que deban hablar en público.
Pero el orador ¿nace o se hace?
No vamos a negar que igual que hay personas con cualidades innatas para la música, el arte, las ciencias, etc.. también hay personas que tienen una disposición natural a la utilización de las palabras. Pero como decía el orador y humorista estadounidense Mark Twain “si quieres que hable durante una hora estoy listo hoy. Si quieres que hable durante unos minutos necesitare unas semanas para prepararme”.
En esas palabras está la clave de la oratoria con mayúsculas. En la formación y en la no improvisación es donde distinguimos a un buen de un mal orador. Y es precisamente esa preparación lo que necesita todo portavoz para tener la clave del éxito al enfrentarse a un auditorio.
En estos tiempos convulsos que estamos viviendo, la oratoria se está convirtiendo en una herramienta esencial para la trasmisión de información. Información de todo tipo, que no sólo tiene el objetivo simple de dar a conocer los hechos, sino que también tiene como punto necesario la trasmisión de tranquilidad, coherencia, entre otras cuestiones.
La pandemia ha llevado al público en general a distinguir entre los malos y los buenos oradores. Cada vez más la audiencia sabe que discursos son fruto de la improvisación y cuáles no. De esta manera, aquellos servidores públicos que eran conscientes de la importancia de la formación en portavocía ya tenían los deberes hechos, pero aquellas personas que no eran conscientes de la importancia de saber transmitir ideas y conceptos de forma clara y precisa, esta situación les ha pillado con el pie cambiado y diariamente se tienen que enfrentar a auditorios poco receptivos donde sus palabras deben traspasar las barreras del entendimiento para llegar, como hemos señalado, a la zona de nuestra tranquilidad.
El portavoz se hace y es muy importante esa formación inicial que te enseña a cómo preparar un buen discurso, cómo hablar con claridad, cómo trasmitir credibilidad y como hacerte entender hasta por auditorios poco receptivos.
En Intermundo Comunicación realizamos talleres de portavocía personalizados, donde se estudian las características del orador, su entorno, incluso la o las audiencias donde se dirige, para que pueda desarrollar las herramientas exactas que necesita para la preparación de sus discursos, declaraciones, intervenciones, etc.