La tecnologización acelerada que ha supuesto el coronavirus y el confinamiento ha motivado muchos cambios en muchas facetas del funcionamiento ordinario en las empresas. Uno de los más afectados son las labores de comunicación, tanto internas como externas. El teletrabajo ha sido el artífice de muchos cambios a los que nos hemos adaptado en tiempo récord. Y además, con una eficiencia sorprendente para un mundo latino como el nuestro muy apegado al contacto humano, a la relación social y donde los cambios tecnológicos vienen con más sosiego que en sociedades del norte o centroeuropeas. Pero sí, de una manera sorprendente la comunicación online ha llegado, y de algún modo, para quedarse.
En comunicación interna puede ofrecer un mundo de posibilidades de mejorar la eficiencia y eficacia de nuestras acciones de comunicación, de transmisión-recepción de información, comprensión de órdenes de trabajo, información multicanal y multisoporte de datos de la empresa, su situación, perspectivas y proyecciones de futuro… En comunicación externa, en cierta medida las tareas profesionales de comunicación con los medios online y offline no han sufrido de más en estas labores, tampoco con clientes intermedios o finales gracias a herramientas directas como las redes sociales, etc…
Dentro de estos nuevos modelos de comunicar y comunicarse se han introducido prácticas hoy ya comunes como las denominadas webinar (las videoconferencias de toda la vida), las sesiones y reuniones a través de las mil plataformas gratuitas o no que permiten multireuniones en espacios diferentes con ahorro de traslados, y desplazamientos, y reduciendo al máximo las interrupciones de tareas ordinarias más largas de lo que recomiendan los manuales y proyectos de productividad.
Sin duda, hay elementos positivos que debemos aprender y hemos aprendido. Que debemos utilizar hoy y que seguiremos utilizando mañana una vez que la COVID-19 sea sólo un recuerdo. Pero la comunicación, también la empresarial, es mucho más que la transmisión de conocimientos, datos y balances. Tiene mucho que ver con elementos muy humanos que se ciñen a los valores y a los sentimientos.
¿Se puede transmitir valores y sentimientos a través de las nuevas herramientas? Sin duda. Pero es positivo una comunicación en frío de manera exclusiva y excluyente vía online. De ninguna de las maneras.
La sociabilidad es parte de la comunicación. La comunicación no verbal, no sólo en la imagen que nos ofrezca nuestro soporte tecnológico, es muy importante. Porque en comunicación ni todo es palabra ni todo es imagen, es más, no todo es un mix de imagen y palabra.
Especialmente cuando hay que transmitir no sólo datos, sino emociones, estados de ánimo. Sean positivos o negativos. Por ejemplo en las situaciones de comunicación interna. Tanto si la realidad es negativa como positiva, nuestros trabajadores, socios, clientes, proveedores, accionistas, … necesitan algo más que datos: necesitan comprender y empatizar. Y en la comunicación cara a cara es donde se ofrece esa gama de elementos que también sirven para trasladar nuestras proyecciones mentales de la situación actual, aunque sea de una empresa o institución. La extensión o el levantamiento de un ERTE o ERE no se transmite igual vía online que frente a frente. Los matices permiten entender al otro, reducir el ‘ruido’ que queda de las emisiones tecnológicas y las interpretaciones de gestos o posturas a distancia, que están muy condicionadas por el uso de la tecnología. Tampoco es la misma la capacidad de interpelación al otro, que no es idéntica mirando al vacío de un soporte tecnológico que al iris de nuestro interlocutor.
Algo parecido, también ocurre con la comunicación externa. Es cierto que ésta se produce en un gran porcentaje a través de herramientas donde emisor y receptor no coinciden ni en el lugar ni en el tiempo. Pero los lazos de confianza mutua y de empatía recíproca tiene mucho que ver con el contacto.
Es más, si alguien augura el fin de las ruedas de prensa presenciales, del contacto directo con el medio, o la interlocución tête à tête se equivocará. El otro, necesita más que una concatenación de datos. Necesita entender, preguntar y confiar. Necesita poner cara y voz humana al que le narra la historia de nuestro proyecto, de nuestra historia, de las vicisitudes de nuestra realidad. Porque en cuestión de sentimientos y valores no sólo se transmite por lo que haces, sino también por cómo lo cuentas. La voz y la mirada reflejan muchas cosas. Dicho de otro modo, alguien podría entender que la RSC sólo es cuestión de dinero para invertir en determinadas acciones de calado y repercusión social ( y por consiguiente mediática). Pero no es sólo eso, La RSC – siguiendo el ejemplo – no es creíble si no va sustentado en una forma de sentir y de expresarse bien gestionada, pero sobre todo, sincera. Y eso hace necesario enfrentarse -en el buen sentido de la palabra – con el otro.
Nuestra comunicación interna y externa variarán después de estos meses y las denominadas Fases. Pero la esencia de una buena política comunicativa tiene mucho que ver con estar cerca del otro.