La IA generativa ha entrado de lleno en los procesos profesionalizados de la comunicación, tanto interna como externa de las organizaciones y las instituciones, y se ha erigido en tiempo récord en un elemento más, pero fundamental, en la utilización y optimización de las redes sociales. Como en todo avance técnico y tecnológico, la resistencia a asumir es un grave error de consecuencias severas ante el resto de agentes que intervienen en el proceso comunicativo, pero asumir la IA generativa como un tótem divino también lleva a correr grandes riesgos.
La IA entendida como un sustituto de la creatividad, de la reflexión, del trabajo y la dedicación es una concepción errónea, y confundida. La IA llega a nosotros para facilitarnos los procesos de creación, no para sustituir la creatividad humana, la originalidad ni la sinceridad productiva.
Te resumimos en estas líneas las ventajas y los riesgos de esta nueva realidad de efectos telúricos en el mundo de la comunicación.
Los beneficios
Personalizar el contenido es una de las ventajas que nos ofrece la IA, puesto que permite gestionar toda la ingente cantidad de datos que disponen las organizaciones y dar opciones de respuesta posible ajustadas a la demanda de los públicos. Además, es perfecta para localizar y encontrar datos para argumentar y cimentar creatividades, textos y estrategias, limitando el tiempo dedicado a la búsqueda y análisis de todos ellos. El departamento de marketing es uno de los más y mejores beneficiados, puesto que puede sintetizar todos los datos y encontrar los recursos necesarios para atender la mejor manera de alcanzar los objetivos marcados.
Mecanizar rutinas más cotidianas y de menor valor añadido, tales como informes, balances, gestión de correos electrónicos, búsqueda de datos y su recopilación, entre otros muchos. Una descarga de las tareas menos creativas que permite liberar a los profesionales de la comunicación en labores estratégicas, tácticas y de fijación de resultados, así como en la reflexión de nuevos recursos.
Análisis de datos sobre contenidos y tendencias en las redes sociales hasta diagnosticar sentimientos, tendencias, intereses, todo ello diferenciado por grupos de población, edad, sexo, lugar de residencia, así como establecer días y horas de consumo, de mayor producción de contenidos, entre otros. Es perfecta para anticiparse a temas de interés y, sobre todo, a prever posibles crisis reputacionales en las redes sociales.
Optimización del SEO, puesto que el análisis de patrones permite a los algoritmos de la IA detectar palabras claves, descripciones, formulaciones de contenidos y textos para redes, todo ello para lograr ser más atractivos y fomentar un mayor tráfico orgánico.
Los riesgos
Incrementa los contenidos falsos. Se multiplican en todos los formatos: texto, audio, imagen y vídeo, con dificultades para diferenciar entre los contenidos reales de los inventados.
Consumo energético elevado, como consecuencia de la necesidad de energía para los desarrolladores de la IA. Esta cuestión debe obligar a la responsabilidad social de los usuarios, ser conscientes del impacto medioambiental de su uso y medir de manera responsable la oportunidad de su utilización.
Transformación del mercado laboral en la medida que se vaya democratizando y extendiendo su uso. Todo periodo de transformación y de introducción de nuevas tecnologías supone la reconversión de unos puestos de trabajo y la sustitución por otros.
Sesgos algorítmicos que perpetúan clichés vinculados al sexismo, racismo, discriminación social u otros ya existentes. Además de la responsabilidad ética y social, también supone riesgos de reputación y distorsiones en los mensajes generados para nuestros clientes y marcas.
La utilización de la IA generativa abre nuevas vías de desarrollo en el mundo de la comunicación, sistematiza tareas rutinarias, ofrece información en tiempo reducido y un análisis de datos existentes. Ello permite reducir los tiempos en tareas de bajo escaso valor añadido, y potenciar las labores creativas, estratégicas y de diseño del personal. No obstante, hay un componente ético que debemos vigilar de lleno, ante los riesgos de los negligentes usos de la IA.